lunes, 19 de marzo de 2012

módulo 17. El Vanguardismo en Latinoamérica

EL VANGUARDISMO EN LATINOAMÉRICA.

César Vallejo y el vanguardismo



El DOLOR DE LAS CINCO VOCALES
Vez
lo
que
es
pues
yo
ya
no.
La
cruz
da
luz
sin
fin


Vallejo y la poesía en prosa.

VOY A HABLAR DE LA ESPERANZA
Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano ni como ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este mismo dolor. Si no fuese artista, también lo sufriría. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera, también lo sufriría. Si no fuese católico, ateo ni mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro desde más abajo. Hoy sufro solamente.
Me duelo ahora sin explicaciones. Mi dolor es tan hondo, que no tuvo ya causa ni carece de causa. ¿Qué sería su causa? ¿Dónde está aquello tan importante, que dejase de ser su causa? Nada es su causa; nada ha podido dejar de ser su causa. ¿A qué ha nacido este dolor, por sí mismo? Mi dolor es del viento del norte y del viento del sur, como esos huevos neutros que algunas aves raras ponen del viento. Si hubiera muerto mi novia, mi dolor sería igual. Si la vida fuese, en fin, de otro modo, mi dolor sería igual. Hoy sufro desde más arriba. Hoy sufro solamente.
Miro el dolor del hambriento y veo que su hambre anda tan lejos de mi sufrimiento, que de quedarme ayuno hasta morir, saldría siempre de mi tumba una brizna de yerba al menos. Lo mismo el enamorado. ¡Qué sangre la suya más engendrada, para la mía sin fuente ni consumo!
Yo creía hasta ahora que todas las cosas del universo eran, inevitablemente, padres o hijos. Pero he aquí que mi dolor de hoy no es padre ni es hijo. Le falta espalda para anochecer, tanto como le sobra pecho para amanecer y si lo pusiesen en la estancia oscura, no daría luz y si lo pusiesen en una estancia luminosa, no echaría sombra. Hoy sufro suceda lo que suceda. Hoy sufro solamente.
Hallazgo de la vida
¡Señores! Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. ¡Señores! Ruego a ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emoción formidable, espontánea y reciente de la vida, que hoy, por la primera vez, me extasía y me hace dichoso hasta las lágrimas.
Mi gozo viene de lo inédito de mi emoción. Mi exultación viene de que antes no sentí la presencia de la vida. No la he sentido nunca. Miente quien diga que la he sentido. Miente y su mentira me hiere a tal punto que me haría desgraciado. Mi gozo viene de mi fe en este hallazgo personal de la vida, y nadie puede ir contra esta fe. Al que fuera, se le caería la lengua, se le caerían los huesos y correría el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie ante mis ojos.
Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y avenidas, aire y horizonte. Si viniese ahora mi amigo Peyriet, les diría que yo no le conozco y que debemos empezar de nuevo. ¿Cuándo, en efecto, le he conocido a mi amigo Peyriet? Hoy sería la primera vez que nos conocemos. Le diría que se vaya y regrese y entre a verme, como si no me conociera, es decir, por la primera vez.
Ahora yo no conozco a nadie ni nada. Me advierto en un país extraño, en el que todo cobra relieve de nacimiento, luz de epifanía inmarcesible. No, señor. No hable usted a ese caballero. Usted no lo conoce y le sorprendería tan inopinada parla. No ponga usted el pie sobre esa piedrecilla: quién sabe no es piedra y vaya usted a dar en el vacío. Sea usted precavido, puesto que estamos en un mundo absolutamente inconocido.
¡Cuán poco tiempo he vivido! Mi nacimiento es tan reciente, que no hay unidad de medida para contar mi edad. ¡Si acabo de nacer! ¡Si aún no he vivido todavía! Señores: soy tan pequeñito, que el día apenas cabe en mí!
Nunca, sino ahora, oí el estruendo de los carros, que cargan piedras para una gran construcción del boulevard Haussmann. Nunca, sino ahora avancé paralelamente a la primavera, diciéndola: «Si la muerte hubiera sido otra...». Nunca, sino ahora, vi la luz áurea del sol sobre las cúpulas de Sacre-Coeur. Nunca, sino ahora, se me acercó un niño y me miró hondamente con su boca. Nunca, sino ahora, supe que existía una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias.
¡Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte.



Vicente Huidobro


Vicente García-Huidobro Fernández (n. Santiago, Chile; 10 de enero de 1893 - f. Cartagena, Chile; 2 de enero de 1948), mejor conocido como Vicente Huidobro, fue un poeta. Creador y exponente del creacionismo, es considerado uno de los cuatro grandes de la poesía chilena, junto con Neruda, De Rokha y Mistral.

Tras pasar sus primeros años en Europa, entró en 1907 al Colegio San Ignacio en Santiago, perteneciente a la Compañía de Jesús. Cursó estudios de literatura en la Universidad de Chile y publicó Ecos del alma en Santiago (1911), de tendencia modernista. Al año siguiente se casó con Manuela Portales Bello. Funda y dirige la revista Musa Joven, donde apareció parte de su libro posterior Canciones en la Noche y su primer caligrama, Triángulo armónico.

En 1913 dirige con Carlos Díaz Loyola (nombre real para Pablo de Rokha) los tres números de la revista Azul y publica los libros de poemas La Gruta del Silencio y Canciones en La Noche.

En 1914 dicta la conferencia Non Serviam, que refleja su credo estético. En Pasando y Pasando expone sus dudas religiosas y sus críticas contra los jesuitas, lo que le vale reproches por su familia. Publica también ese año Las Pagodas Ocultas (1916), libro de "salmos, poemas en prosa y ensayos", que firma por primera vez con el nombre Vicente Huidobro.


Triángulo armónico, primer caligrama de Vicente.


En 1916 viajó a Buenos Aires junto a Teresa Wilms Montt a quien había rescatado de un convento y pronunció canción de la vida y el futuro de Chile y del mundo entero, donde esbozó su teoría creacionista. Ese mismo año embarca rumbo a Europa con su mujer e hijos; de paso por Madrid conoce a Rafael Cansinos Assens, con quien había mantenido una relación epistolar desde 1914. Se instala en París de la Primera Guerra y publica Adán (1916), obra que cierra el período inicial de su formación. En Argentina habría editado El espejo de agua (1916), obra breve compuesta por nueve poemas con que Huidobro, aunque todavía incipientemente, inicia su nueva forma estética.

En 1917 colabora en la revista Nord-Sud dirigida por Pierre Reverdy junto a Guillaume Apollinaire, Tristan Tzara, Jean Cocteau, André Breton, Louis Aragón, Max Jacob y otros, hasta que una disputa con su director lo aleja de este medio. Se relaciona con las vanguardias parisinas de la época: Pablo Picasso, Juan Gris, Jacques Lipchitz, Francis Picabia, Joan Miró, Max Ernst, Paul Éluard y Blaise Cendrars, además de los anteriormente nombrados. Publica Horizon Carré (1917) que incluye poemas que habían aparecido en El espejo de agua, traducidos al francés con la ayuda de Juan Gris y presentados con una composición tipográfica más avanzada.

En otoño de 1918 Huidobro viaja a Madrid, iniciando una serie de viajes anuales a esa ciudad. Allí toma contacto con Robert y Sonia Delaunay, refugiados en España, y reanuda su amistad con Rafael Cansinos Assens. En el café Pombo se relaciona con Guillermo de Torre, Isaac del Vando-Villar, Mauricio Bacarisse y Ramón Gómez de la Serna, entre otros, y divulga las vanguardias parisinas y su mismo movimiento creacionista, que dará paso además al movimiento ultraico o Ultraísmo. Se cartea con Tristan Tzara y colabora en su revista Dada. En Madrid publica simultáneamente cuatro libros en 1918, Hallali y Tour Eiffel en francés; Poemas Árticos y Ecuatorial en español y reeditaría El Espejo de Agua. En 1919, en otro de sus viajes a Madrid, llevaba consigo, según Rafael Cansinos Assens, el borrador de un «Voyage en parachute» primer esbozo de lo que seria posteriormente Altazor. Hace cursos diversos sobre ciencias en diversas universidades y se interesa además por conocimientos esotéricos: astrología, alquimia, cábala antigua y ocultismo en general.

En 1920 sigue escribiendo en París y colabora junto a Amédée Ozenfant y Le Corbusier en L' Esprit Nóuveau, revista dirigida por Paul Dermée, además en La Bataille Littéraire, La Vie des Lettres, Le Coeur á Barbe y Actino; y, escribe también para las revistas ultraístas españolas: Grecia, la Revista Cervantes, Tableros y Ultra. En El Liberal de Madrid, Enrique Gómez Carrillo publica una entrevista a Pierre Reverdy, quien se atribuye la paternidad del creacionismo y acusa a Huidobro de antedatar la edición de El espejo de agua. Grecia solidariza con Huidobro y éste viaja a Madrid, entre agosto y septiembre, a refutar a Enrique Gómez Carrillo.

Ideario del Creacionismo
El creacionismo pretende hacer de la poesía un instrumento de creación absoluta. La poesía hallaría su significado en ella misma, obviando la función referencial del lenguaje, es decir, el mundo de los objetos sería secundario, creando un mundo referencial de la propia poesía. Así, el objeto en sí es el poema, no de lo que trate el poema.
Desde el creacionismo se pretendió crear una suerte de «álgebra del lenguaje», de forma que los signos lingüísticos adquieran valor por su capacidad para reflejar belleza y no por el objeto al que se haga referencia, por su significado sustancial.
Del creacionismo, que influyó en poetas como Juan Larrea y Gerardo Diego, ha perdurado sobre todo el afán de renovación léxica y de creación de imágenes y metáforas.

Además como afirma Hernando Urriago en su artículo "Los alcances del Creacionismo: cuatro poemas de Vicente Huidobro", dicho movimiento aspira a la superación final sobre la naturaleza a partir de la instauración del poeta como un demiurgo": "Esto explica,en parte, el talante del Creacionismo, cuyos elementos estructurantes quedan ampliamente sugeridos en Non serviam: por un lado, búsqueda de un espacio verbal libre mediante la imaginación, la negación y la reconstrucción de la Naturaleza; por el otro, un contramovimiento desde la Naturaleza hacia reinos desconocidos y jardines lejanos o interiores, con lo cual el poeta aspiraría al tránsito del Hombre-Espejo al Hombre-Dios".

Las relaciones difíciles, de ruptura y re-unión con la Naturaleza son un tema fundamental en la poesía de Huidobro y en la formulación de su estética como vemos en el poema Non Serviam:

Non serviam*
Y he aquí que una buena mañana, después de una noche de preciosos
sueños y delicadas pesadillas, el poeta se levanta y grita a la madre Natura: Non
serviam.

Con toda la fuerza de sus pulmones, un eco traductor y optimista repite en
las lejanías:“No te serviré”.
La madre Natura iba ya a fulminar al joven poeta rebelde, cuando éste,
quitándose el sombrero y haciendo un gracioso gesto, exclamó: “Eres una
viejecita encantadora”.
Ese non serviam quedó grabado en una mañana de la historia del mundo.
No era un grito caprichoso, no era un acto de rebeldía superficial. Era el resultado
de toda una evolución, la suma de múltiples experiencias.
El poeta, en plena conciencia de su pasado y de su futuro, lanzaba al mundo
la declaración de su independencia frente a la Naturaleza.
Ya no quiere servirla más en calidad de esclavo.
El poeta dice a sus hermanos: “Hasta ahora no hemos hecho otra cosa que
imitar al mundo en sus aspectos, no hemos creado nada. ¿Qué ha salido de
nosotros que no estuviera antes parado ante nosotros, rodeando nuestros
ojos, desafiando nuestros pies o nuestras manos?
”Hemos cantado a la Naturaleza (cosa que a ella bien poco le importa).
Nunca hemos creado realidades propias, como ella lo hace o lo hizo en tiempos
pasados, cuando era joven y llena de impulsos creadores.
”Hemos aceptado, sin mayor reflexión, el hecho de que no puede haber
otras realidades que las que nos rodean, y no hemos pensado que nosotros
también podemos crear realidades en un mundo nuestro, en un mundo que
espera su fauna y su flora propias. Flora y fauna que sólo el poeta puede crear,
por ese don especial que le dio la misma madre Naturaleza a él y únicamente a
él”.
Non serviam. No he de ser tu esclavo, madre Natura; seré tu amo. Te servirás
de mí; está bien. No quiero y no puedo evitarlo; pero yo también me serviré de
ti. Yo tendré mis árboles que no serán como los tuyos, tendré mis montañas,
tendré mis ríos y mis mares, tendré mi cielo y mis estrellas.
Y ya no podrás decirme: “Ese árbol está mal, no me gusta ese cielo... los
míos son mejores”.
Yo te responderé que mis cielos y mis árboles son los míos y no los tuyos y
que no tienen por qué parecerse. Ya no podrás aplastar a nadie con tus
pretensiones exageradas de vieja chocha y regalona. Ya nos escapamos de tu
trampa.
Adiós, viejecita encantadora; adiós, madre y madrastra, no reniego ni te
maldigo por los años de esclavitud a tu servicio. Ellos fueron la más preciosa
enseñanza. Lo único que deseo es no olvidar nunca tus lecciones, pero ya
tengo edad para andar solo por estos mundos. Por los tuyos y por los míos.
Una nueva era comienza. Al abrir sus puertas de jaspe, hinco una rodilla en
tierra y te saludo muy respetuosamente.

Altazor


PREFACIO

Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor.
Tenía yo un profundo mirar de pichón, de túnel y de automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata.
Mi padre era ciego y sus manos eran más admirables que la noche.
Amo la noche, sombrero de todos los días.
La noche, la noche del día, del día al día siguiente.
Mi madre hablaba como la aurora y como los dirigibles que van a caer. Tenía cabellos color de bandera y ojos llenos de navíos lejanos.
Una tarde, cogí mi paracaídas y dije: «Entre una estrella y dos golondrinas.» He aquí la muerte que se acerca como la tierra al globo que cae.
Mi madre bordaba lágrimas desiertas en los primeros arcoiris.
Y ahora mi paracaídas cae de sueño en sueño por los espacios de la muerte.
El primer día encontré un pájaro desconocido que me dijo: «Si yo fuese dromedario no tendría sed. ¿Qué hora es?» Bebió las gotas de rocío de mis cabellos, me lanzó tres miradas y media y se alejó diciendo: «Adiós» con su pañuelo soberbio.
Hacia las dos aquel día, encontré un precioso aeroplano, lleno de escamas y caracoles. Buscaba un rincón del cielo donde guarecerse de la lluvia.
Allá lejos, todos los barcos anclados, en la tinta de la aurora. De pronto, comenzaron a desprenderse, uno a uno, arrastrando como pabellón jirones de aurora incontestable.


…..

CANTO I

Altazor ¿por qué perdiste tu primera serenidad?
¿Qué ángel malo se paró en la puerta de tu sonrisa
Con la espada en la mano?
¿Quién sembró la angustia en las llanuras de tus
( ojos como el adorno de un dios?
¿Por qué un día de repente sentiste el terror de
ser?
Y esa voz que te gritó vives y no te ves vivir
¿Quién hizo converger tus pensamientos al cruce
( de todos los vientos del dolor?
Se rompió el diamante de tus sueños en un mar
( de estupor
Estás perdido Altazor
Solo en medio del universo

Solo como una nota que florece en las alturas del
vacío
No hay bien no hay mal ni verdad ni orden ni
( belleza

¿En dónde estás Altazor?
La nebulosa de la angustia pasa como un río
Y me arrastra según la ley de las atracciones
….

Piensas que no importa caer eternamente si se
( logra escapar
¿No ves que vas cayendo ya?
Limpia tu cabeza de prejuicio y moral
Y si queriendo alzarte nada has alcanzado
Déjate caer sin parar tu caída sin miedo al fondo
( de la sombra
Sin miedo al enigma de ti mismo

Acaso encuentres una luz sin noche
Perdida en las grietas de los precipicios
Cae
Cae eternamente
Cae al fondo del infinito

Cae al fondo del tiempo
Cae al fondo de ti mismo
Cae lo más bajo que se pueda caer
Cae sin vértigo
A través de todos los espacios y todas las edades

A través de todas las almas de todos los anhelos y
( todos los naufragios
Cae y quema al pasar los astros y los mares
Quema los ojos que te miran y los corazones que
( te aguardan
Quema el viento con tu voz
El viento que se enreda en tu voz

Y la noche que tiene frío en su gruta de huesos
Cae en infancia
Cae en vejez
Cae en lágrimas
Cae en risas

Cae en música sobre el universo
Cae de tu cabeza a tus pies
Cae de tus pies a tu cabeza
Cae del mar a la fuente
Cae al último abismo de silencio


Soy todo el hombre
El hombre herido por quién sabe quién
Por una flecha perdida del caos
Humano terreno desmesurado
Sí desmesurado y lo proclamo sin miedo
Desmesurado porque no soy burgués ni raza fatigada
Soy bárbaro tal vez
Desmesurado enfermo
Bárbaro limpio de rutinas y caminos marcados 365
No acepto vuestras sillas de seguridades cómodas
Soy el ángel salvaje que cayó una mañana
En vuestras plantaciones de preceptos
Poeta
Anti poeta
Culto
Anticulto
Animal metafísico cargado de congojas
Animal espontáneo directo sangrando sus pro-
( blemas
Solitario como una paradoja
Paradoja fatal
Flor de contradicciones bailando un fox-trot
Sobre el sepulcro de Dios
Sobre el bien y el mal
Soy un pecho que grita y un cerebro que sangra
Soy un temblor de tierra
Los sismógrafos señalan mi paso por el mundo



CANTO II

Mujer el mundo está amueblado por tus ojos
Se hace más alto el cielo en tu presencia
La tierra se prolonga de rosa en rosa
Y el aire se prolonga de paloma en paloma
Al irte dejas una estrella en tu sitio
Dejas caer tus luces como el barco que pasa
Mientras te sigue mi canto embrujado
Como una serpiente fiel y melancólica
Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro
¿Qué combate se libra en el espacio?


Traes en ti el recuerdo de otras vidas más altas
De un Dios encontrado en alguna parte
Y al fondo de ti misma recuerdas que eras tú
El pájaro de antaño en la clave del poeta
Sueño en un sueño sumergido

CANTO III

Romper las ligaduras de las venas
Los lazos de la respiración y las cadenas
De los ojos senderos de horizontes
Flor proyectada en cielos uniformes
El alma pavimentada de recuerdos
Como estrellas talladas por el viento



Basta señora arpa de las bellas imágenes
De los furtivos comos iluminados
Otra cosa otra cosa buscamos
Sabemos posar un beso como una mirada
Plantar miradas como árboles
Enjaular árboles como pájaros
Regar pájaros como heliotropos
Tocar un heliotropo como una música
Vaciar una música como un saco
Degollar un saco como un pingüino
Cultivar pingüinos como viñedos
Ordeñar un viñedo como una vaca
Desarbolar vacas como veleros
Peinar un velero como un cometa
Desembarcar cometas como turistas
Embrujar turistas como serpientes
Cosechar serpientes como almendras
Desnudar una almendra como un atleta
Leñar atletas como cipreses
Iluminar cipreses como faroles
Anidar faroles como alondras
Exhalar alondras como suspiros
Bordar suspiros como sedas
Derramar sedas como ríos
Tremolar un río como una bandera
Desplumar una bandera como un gallo
Apagar un gallo como un incendio
Bogar en incendios como en mares
Segar mares como trigales
Repicar trigales como campanas
Desangrar campanas como corderos
Dibujar corderos como sonrisas
Embotellar sonrisas como licores
Engastar licores como alhajas
Electrizar alhajas como crepúsculos
Tripular crepúsculos como navíos
Descalzar un navío como un rey
Colgar reyes como auroras
Crucificar auroras como profetas
Etc. etc. etc.
Basta señor violín hundido en una ola ola
Cotidiana ola de religión miseria
De sueño en sueño posesión de pedrerías



Y puesto que debemos vivir y no nos suicidamos
Mientras vivamos juguemos
El simple sport de los vocablos
De la pura palabra y nada más
….

CANTO IV

No hay tiempo que perder
Enfermera de sombras y distancias
Yo vuelvo a ti huyendo del reino incalculable
De ángeles prohibidos por el amanecer



No hay tiempo que perder
Para hablar de la clausura de la tierra y la llegada
del día agricultor a la nada amante de lotería sin
proceso ni niño para enfermedad pues el dolor
imprevisto que sale de los cruzamientos de la espera
en este campo de la sinceridad nueva es un poco
negro como el eclesiástico de las empresas para
la miseria o el traidor en retardo sobre el agua que
busca apoyo en la unión o la disensión sin reposo
de la ignorancia Pero la carta viene sobre la ruta y
la mujer colocada en el incidente del duelo conoce
el buen éxito de la preñez y la inacción del deseo
pasado de la ventaja al pueblo que tiene inclinación
por el sacerdote pues él realza de la caída y se hace
más íntimo que el extravío de la doncella rubia
o la amistad de la locura


Y las golondrinas el verano
No hay tiempo que perder
Ya viene la golondrina monotémpora
Trae un acento antípoda de lejanías que se
( acercan Viene gondoleando la golondrina
Al horitaña de la montazonte
La violondrina y el goloncelo
Descolgada esta mañana de la lunala
Se acerca a todo galope
Ya viene viene la golondrina
Ya viene viene la golonfina
Ya viene la golontrina
Ya viene la goloncima
Viene la golonchína Viene la golonclima
Ya viene la golonrima
Ya viene la golonrisa
La golonniña
La golongira La golonlira
La golonbrisa
La golonchilla
Ya viene la golondía
Y la noche encoge sus uñas como el leopardo Ya viene la golontrina
Que tiene un nido en cada uno de los dos calores
Como yo lo tengo en los cuatro horizontes
Viene la golonrisa
Y las olas se levantan en la punta de los pies
Viene la golonniña
Y siente un vahído la cabeza de la montaña
Viene la golongira
Y el viento se hace parábola de sílfides en orgía
Se llenan de notas los hilos telefónicos Se duerme el ocaso con la cabeza escondida
Y el árbol con el pulso afiebrado
Pero el cielo prefiere el rodoñol
Su niño querido el rorreñol
Su flor de alegría el romiñol
200 Su piel de lágrima el rofañol
Su garganta nocturna el rosolñol
El rolañol
El rosiñol
No hay tiempo que perder


CANTO V

Aquí comienza el campo inexplorado
Redondo a causa de los ojos que lo miran
Y profundo a causa de mi propio corazón
Lleno de zafiros probables
De manos de sonámbulos De entierros aéreos
Conmovedores como el sueño de los enanos
O el ramo cortado en el infinito
Que trae la gaviota para sus hijos
Hay un espacio despoblado


Los cerros se lanzan pájaros a la cara
Amanecer con esperanza de aeroplanos
Bajo la bóveda que cuela la luz desde tantos siglos
Amor y paciencia de columna central
Nos frotamos las manos y reímos Nos lavamos los ojos y jugamos

El horizonte es un rinoceronte
El mar un azar
El cielo un pañuelo
La llaga una plaga Un horizonte jugando a todo mar se sonaba con
( el cielo después de las siete plagas de Egipto
El rinoceronte navega sobre el azar como el co-
( meta en su pañuelo lleno de plagas


CANTO VI

Alhaja apoteosis y molusco
Anudado
noche
nudo
El corazón Esa entonces dirección
nudo temblando
Flexible corazón la apoteosis
Un dos tres
cuatro Lágrima
mi lámpara
y molusco
El pecho al melodioso
Anudado la joya Con que temblando angustia
Normal tedio
Sería pasión
Muerte el violoncelo
Una bujía el ojo Otro otra
Cristal si cristal era
Cristaleza
Magnetismo


CANTO VII

Al aia aia
ia ia ia aia ui
Tralalí
Lali lalá Aruaru
urulario
Lalilá
Rimbibolam lam lam
Uiaya zollonario
lalilá Monlutrella monluztrella
lalolú
Montresol y mandotrina
Ai ai
Montesur en lasurido Montesol
Lusponsedo solinario
Aururaro ulisamento lalilá
Ylarca murllonía
Hormajauma marijauda Mitradente
Mitrapausa
Mitralonga
Matrisola
matriola Olamina olasica lalilá
Isonauta
Olandera uruaro
Ia ia campanuso compasedo Tralalá
Aí ai mareciente y eternauta
Redontella tallerendo lucenario
Ia ia
Laribamba
Larimbambamplanerella Laribambamositerella
Leiramombaririlanla
lirilam
Ai i a
Temporía Ai ai aia
Ululayu
lulayu
layu yu
Ululayu ulayu
ayu yu
Lunatando
Sensorida e infimento
Ululayo ululamento Plegasuena
Cantasorio ululaciente
Oraneva yu yu yo
Tempovío
Infilero e infinauta zurrosía 55 Jaurinario ururayú
Montañendo oraranía
Arorasía ululacente
Semperiva
ivarisa tarirá Campanudio lalalí
Auriciento auronida
Lalalí
Io ia
iiio Ai a i a a i i i i o ia


Glíglico
De Wikipedia, la enciclopedia libre


El glíglico es un lenguaje creado por Julio Cortázar y presente en su novela Rayuela, cuyo capítulo 68, que evoca una escena erótica, está completamente escrito en él. Se trata de un lenguaje musical que se interpreta como un juego, además de ser un lenguaje exclusivo, compartido por los enamorados, que los aísla del resto del mundo.


Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
Julio Cortázar, Rayuela, capítulo 68

Inmiscusión terrupta de Julio Cortázar, Último round.
Como no le melga nada que la contradigan, la señora Fifa se acerca a la Tota y ahí nomás le flamenca la cara de un rotundo mofo. Pero la Tota no es inane y de vuelta le arremulga tal acario en pleno tripolio que se lo ladea hasta el copo.
-¡Asquerosa! –brama la señora Fifa, tratando de sonsonarse el ayelmado tripolio que ademenos es de satén rosa. Revoleando una mazoca más bien prolapsa, contracarga a la crimea y consigue marivolarle un suño a la Tota que se desporrona en diagonía y por un momento horadra el raire con sus abroncojantes bocinomias. Por segunda vez se le arrumba un mofo sin merma a flamencarle las mecochas, pero nadie le ha desmunido el encuadre a la Tota sin tener que alanchufarse su contragofia, y así pasa que la señora Fifa contrae una plica de miercolamas a media resma y cuatro peticuras de ésas que no te dan tiempo al vocifugio, y en eso están arremulgándose de ida y de vuelta cuando se ve precivenir al doctor Feta que se inmoluye inclótumo entre las gladiofantas.
-¡Payahás, payahás! –crona el elegantiorum, sujetirando de las desmecrenzas empebufantes. No ha terminado de halar cuando ya le están manocrujiendo el fano, las colotas, el rijo enjuto y las nalcunias, mofo que arriba y suño al medio y dos miercolanas que para qué.
-¿Te das cuenta? –sinterruge la señora Fifa.
-¡El muy cornaputo! –vociflama la Tota.
Y ahí nomás se recompalmean y fraternulian como si no se hubieran estado polichantando más de cuatro cafotos en plena tetamancia; son así las tofifas y las fitotas, mejor es no terruptarlas porque te desmunen el persiglotio y se quedan tan plopas.


Aunque a primera vista parece carecer de sentido, una lectura más detallada permite ver que en realidad es bastante comprensible. El glíglico tiene la misma sintaxis y morfología que el español, usando palabras normales con otras inventadas pero reconocibles como sustantivos o verbos, y puntuando correctamente las frases. Una posible fuente de inspiración es el Jabberwocky de Lewis Carroll. Hay posibles antecedentes entre los poetas de la vanguardia latinoamericana, como Vicente Huidobro u Oliverio Girondo.

PREGUNTAS:

1- ¿En el poema “Voy a hablar de la esperanza” de César Vallejo, ¿por qué sufre el poeta?
2- En ese mismo poema, ¿qué consecuencias le trae el sufrimiento a su percepción de la realidad?
3- En el “Triángulo Armónico” de Huidobro ¿qué proporciona al poema la disposición espacial de los versos?
4- ¿Qué postula el Creacionismo?
5- ¿Qué representa la caída en el poema Altazor?
6- ¿Qué tipo de focalización presenta la voz poética en los diferentes cantos?
7- ¿Hacia dónde evoluciona el poema en relación al sentido y al sonido de las palabras?
8- ¿Qué es el gíglico y qué relación tiene con el vanguardismo?

1 comentario:

  1. Tengo tarea (no es queja) esta vez wordreference no me ha ayudado mucho para la parte final. Volveré a leer. =)

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